Perenne

Apagamos cerillas, no fuegos
Antes de que nos incendien
Construimos embalses y diques
Confiando en que no nos inunden
Las aguas que podrían terminar
En un lago
En los cultivos
En el mar
Removemos la tierra indagando
Respuestas pasadas a preguntas futuras
Desperdiciamos segundos apesadumbrados
Frunciendo entrecejos prohibidos
Llaman a nuestra puerta pero no,
No
Quizás
¿Quién pudo venir?
Quisiera saber si quiero saberlo
Afirman noes y niegan síes
Tienden manos invisibles y hoy
Huele a brezo
…Os quiero
Aunque no haya flores

(Casi) Absurdos 8

Llegan el peso y el recuerdo de los fracasos
Anunciando porvenires en escala de grises
Hacen gala las fotografías en sepia
De la ternura de sumergirnos en el pasado

Cogidas con pinzas las inquietudes pero
Tan familiares que no sabríamos despedirlas
Cogemos unas tijeras, vano intento
Podrían llenar estadios solo con mirarlas

Transpiramos miedo, dicen sus canes
Vinieron de París a darnos lecciones especiales
Nunca nacerán pollitos de huevos rotos
Guardad frambuesas del campo bajo el colchón

Regordete era el niño de la memoria
Le picaban los ojos al pararse en cada escaparate
Intentaba alinear planetas buscando lo que todos
Mas no le gustaban las luces navideñas rojas

Mirar sin ver no es peor que ver sin mirar
Vamos esculpiendo el tiempo a ratitos
Recorremos la Ruta de la Seda propia cada cual
Inundándonos de tesoros en alta mar

Bósforo

Como chispitas de luz que nacen en derredor y no se esfuman enseguida. Que tampoco crecen; solamente son, solamente están, y solamente las miras como con el asombro de un niño que viera una luciérnaga encenderse por primera vez.

O como si de repente una ráfaga de viento nos trajera desde el sur de atrás un mar de semillas de dientes de león que nos envolviera. Te quedas inmóvil, no sabes el tiempo que el aire sabrá mantener esa belleza de lo efímero. Sostienes el aliento, surgen interrogantes; pero te nace una sonrisa desde algún lugar entre fuera y dentro que te recuerda que lo que verdaderamente quieres no es otra cosa sino sentir.

Y mientras, bailan pájaros de Robe entre ventanas abiertas a un cielo naranja, componiendo una sinfonía que crees empezar a oír a lo lejos.

O quizás no tan lejos.

Absurdos 7

Bordeo los límites de mis espacios
Por fuera y por dentro
Volteando una nostalgia demasiado conocida
Como flores que esconden misterios

Quiero enmarcar sonidos, no palabras
Recordar el cuarto trasero donde escondimos
Pobres descubrimientos que no encajaban
En un mundo que alberga más miedos que esperanzas

Tentáculos que presionan insecticidas
Nuevos mayas que celebran un diciembre
Marcado por comunismos obsoletos
Y por pantanos diseccionados de mentira

Quedarse es siempre una opción segura
Torpedeada solo por preguntas incómodas
Solo queremos navegar en canoas, ¿tan malo es?
Inclinan sus cabezas bajo el peso de las dudas

Hurgan en heridas propias y ajenas
Dromedarios con complejo de camellos
Pavos plebeyos ansiando realeza
Vendidos por agentes pasivos del mercado negro

Caminas con calma, ya no de puntillas
Oteas el mundo desde un avión transatlántico
Ya no quieres prevenirte de dagas ni cuchillas
Y buscas un nuevo lugar para el pánico

(Casi) Absurdos 6

Entre allá, donde habitan las vergüenzas olvidadas
Y acá, en el limbo entre la vida y el sueño
Donde llegan palabras de ciudades que no se habrán de volver a pisar
Donde cada noche no es solo un día menos

Yace un cuenco invertido con luciérnagas en su interior
Que simulan sin pretenderlo un río en el firmamento
Vehiculizan misterios divinos en un rosa que se ve gris
A los ojos de copos de avena que indagan hacia el sol

La cultura espacial en el espacio cultural
De las pirámides no egipcias ni parisinas
Nos aseguran un techo en un futuro singular
Desenvolvamos regalos en estos cercos de agua

Mojamos kiwis de calcetines modernos
Pasan trenes sin saber si son los que esperamos
Inhalamos clavos de algodón para huir
Mientras no deja de nevar sobre lo helado

Espacios

Entre tus puntos suspensivos y mis puntos suspendidos
Se alzaba una cortina de silencio de terciopelo
De esas que pesan una tonelada y media
Densas como las tierras que escupen fuego

Entre tus buenas noches y mis buenos días
Había un mundo de hilos dorados
De cordeles rojos, de frágiles fibras
Pero ninguno habíamos aprendido aún a tejer

Entre tus signos interrogantes y mis signos exclamados
No había espacio para el asombro
Solo una callejuela que nos invitaba
A reinventar el apellido de una noche de otoño

Entre tus guiones olvidados y mis barras tendidas
Había una arroba de trigo fermentado
Había una diéresis con esencia de cigüeña
Había una sonata de Mozart en forma de mármol