El septiembre de su vida

¿Y si no fuera yo?
Y si saliera de mi cuerpo
Y si bañara mi cabello en lágrimas
¿Un intercambio?
Las muletas de mi infancia
Por el único bastón de su senectud
No hay negocios justos en la vida
La justicia la inventó un hombre
-O mujer, sí, Loreta-
Que decidió creer en la ceguera
Que decidió creer que el karma necesitaba ayuda
Que decidió creer que el universo no se ordena solo
Este es mi negocio:
¿Cuándo voy a empezar a tallar su bastón?
¿Debo pensar en mi muleta como referencia?
No
Dolor, ojalá fuera de caminar
Dureza, ojalá fuera la mirada
Pero es el corazón, siempre el corazón
Otro paso, otro pasito
Más cerca de la tierra
Y yo aquí, gubia en mano
-Mentira, aún no la he comprado-
Y yo aquí, mirando el bosque
Buscando un árbol adecuado
Para tallar su bastón

La miel del pañal

(Dedicado a Ester)

La miel del pañal -claro que sí-
Las natas del piano
Los olores del arco iris
Ojo, Fede, tul, mosqueta
¿Mofeta?
No, idiota –perdón-
Pero déjame seguir un trato más
Mientras sigan vibrando las fuerzas
De la pequeña viola asturiana
Mientras otras profesiones pinten de añil el alba
Mientras dicten y oren en Arabia
¿Y lo divertido que es empujar letras?
Pobres, caen al vacío
Pero enseguida vuelven a saltar
O a cantar, y vuelven a ir, y vuelven a clamar
¿El qué?
Su derecho a existir, por supuesto
Hubo quien una vez habló
Del suicidio de las letras en el mar
¡Qué disparate!
¡Qué descabellado!
Como si alguien fuera a tomarse semejante sopa
-tan salada-
El marisco está cotizado, sí
Almas en tejas y barbudos bien hechos
Camaleones, grandes mejillas y cien ollas
Pero ¿lo percibes?
Es el principio del fin
Comienza en la cara y acaba… en la cola

Rumores

Son serpientes. ¿O avestruces? Quizás chimpancés. ¿O mejor escorpiones? No, termitas. Sí, termitas. Pobres termitas.

Rumores: nunca nacen, pero se cuelan. Rumor: se propaga cual palabra liviana; libre como carente de dueño; ligero cual granada sin pasador que pasa de mano en mano, de boca en boca; exponente al exponente; expuesto queda el último en recibirlo.

De consecuencias impredecibles. De la risa a la destrucción.

Bombas sin dueño sobre las que nadie cree tener responsabilidad.

La comunidad era tierra.

La confianza, un árbol.

Y agujereada por doquier… se quiebra la madera.

Mientras lees

Mientras lees, el mundo se detiene. Mientras lees, el mundo gira. Mientras lees… el mundo puede dar una voltereta.
Pero no lo ves.

Mientras lees, alguien te habla. Alguien te susurra. Alguien se convierte en voz en tu conciencia y sus ideas resuenan en tu cabeza –o con suerte, en tu corazón-.
Y dejas de estar solo.

Mientras lees, mil líneas del universo se entrecruzan. Del árbol de Brasil al camión. Del camión al avión. Del avión a la editorial. De la editorial a la librería. De la librería a tu mochila. De tu mochila a tus manos, ahora, mientras bebes té.
Pero no ves las líneas.

Mientras lees, alguien se afana en escribir. Alguien se afana en leer. Alguien más se afana en aprender que la eme con la a se pronuncian “ma”. Alguien más se afana en conseguir que, juntando emes con ases, logre tocar corazones ajenos y hacerlos vibrar.
Y tú, mientras, lees.

Esperando vibrar.