Herméticamente cerrado estaba su corazón
Hasta que una noche, un pájaro carpintero cualquiera
Vino a tocar, rítmico e incansable
Contra una coraza que parecía más hierro que madera
Llegó el invierno; el pájaro emigró
Pero en algún momento, alguna semilla
Caída del cielo o traída por el viento
Se coló sigilosamente en esa pequeña oquedad
Y llegó marzo, y llegó abril; llegaron las lluvias de todos los años
Pero esta vez había extraviado el paraguas
Que siempre tuvo para protegerse de lo improtegible
Se dejó mojar hasta inundar lo estéril
…Y asomó lo nunca visto en treinta años
Un tierno brote, más pequeño que vulnerable
Ofreciendo su ser al mundo, sin saber
Si sería éste cegadoramente luminoso
O si por el contrario
Los ciegos
Serían
Los demás…